19 mayo, 2016

Hasta luego, con dignidad


“Y si vas a salir de mi vida, sólo te pido una cosa:
Una vez que te hayas ido y veas que estoy bien, no te atrevas a volver.”
-Mario Benedetti-
        A veces me coges de la mano y tengo miedo de que con ello, te adueñes de la parte que aún soy reticente a entregar. Hacemos acto de presencia en la vida del otro mediante mensajes insulsos a sabiendas de que el leerlos no nos hace sentir todo lo completos que deberíamos, seguramente por esa extraña percepción de la ausencia de noticias hace que el silencio sea el sinónimo del olvido
        Evitamos las etiquetas por ese miedo irracional a llamar las cosas por su nombre con esas santas estupideces que nos convierten en Peter Panes eternos. Fingimos que no tenemos sentimientos aunque nuestros actos son más escandalosos que un libro abierto; queremos que nos quieran a sabiendas de que no somos merecedores de tal privilegio, porque el amor se ha convertido en un cúmulo de obligaciones que hemos aprendido a asumir con desgana.

Solo quise alargar esos momentos en los que creía que éramos felices.